lunes, 28 de abril de 2008

TE QUIERO FILO




El año pasado decidí empezar la carrera que en verdad quería seguir cuando terminé la secundaria y que no seguí porque “cómo no iba a ir a la facultad”: dirección de teatro, mi espina en la garganta, que ahora sí es una carrera universitaria y se cursa en el Iuna.
Pero nunca me imaginé que mi actual condición de sub-ocupada me iba a restringir cursar casi todas las materias; y no porque, justamente, me falte tiempo libre, -aunque cuente las casi dos horas que tengo de viaje a cualquiera de sus sedes- sino porque poder cursar algo en esta institución es verdaderamente más difícil que terminar una licenciatura en la Uba.
Por empezar, el departamento de artes dramáticas funciona en tres sedes: una en Palermo, otra cerca de Corrientes y Callao y otra en Venezuela y Jujuy (por lo menos en esta el 98 te deja en la puerta). Entonces, puede pasar que vos te anotás en “análisis del texto dramático y espectacular” los martes de 9 a 11 y decís, me anoto en “visión I” que es de 11 a 13, pero después resulta que una se cursa en la sede de Venezuela y la otra en Palermo. Imposible. Aunque a lo mejor lo intentás, cambiás tus horarios, ponés todo patas para arriba, pedís cambio de cátedra y cuando lográs que te pasen a “visión I” de los miércoles, la de los martes cambia a la sede que te convenía.
Pero te conformás –me conformé, digamos- porque es tu responsabilidad, por pretender trabajar y estudiar, dicotomía anacrónica. Supongamos que decidís sólo dedicar tu vida a estudiar una carrera que cuando te recibas te permitirá cosechar fortunas, ni siquiera así podrías cursar todas las materias del primer año, porque nadie se ocupo de armar la grilla de horarios de modo que las materias no se superpongan todas con todas –o no se superpongan pero se cursen en diferentes sedes y te pierdas un cacho de cada clase-.
Y esas, por supuesto, no son las únicas trabas. Casi todas las materias del segundo año son correlativas de las de primer año (y así en los años siguientes). Por lo tanto, ¡no podés seguir cursando, y no porque rendiste mal, sino porque están mal distribuidos los horarios!
Además, cuando termina el año, te dan un “orden de mérito”: más materias cursadas, más alto el promedio, mejor orden de mérito. Mejor orden de mérito, elegís primero horarios. Entonces, si vos trabajás, y tenés poca disponibilidad horaria, y el año pasado cursaste pocas materias porque no te daban los horarios (por tu trabajo y por los embrollos institucionales), tenés un bajo orden de mérito y, por lo tanto, ¡elegís último los horarios este año!
O sea que, con suerte, vas a tardar 10 años en recibirte, y no por lo dificultosa de la carrera, sino por el espantoso plan de estudios!
El año pasado, decía, decidí empezar la carrera de dirección de teatro. Si algo estaba ansiosa por cursar era la materia troncal, “dirección I”. Como esta materia tiene 10 horas de carga horaria no la pude encastrar en mi horario y decidí dejarla para este. Cuando voy a inscribirme, feliz compruebo que pusieron una cátedra a la tarde, en un horario que me viene como anillo al dedo y completo feliz mi planilla de inscripción, feliz a pesar de las dos horas de cola que hice, aunque tenía solamente 15 personas adelante mío. ¿Cómo es posible que tarden tanto? La resolución del enigma está en las planillas:



Como verán, en las planillas no aparecen los horarios y las cátedras, sino que uno, a codazos limpios, debe copiarlos de una cartelera, para cada una de las materias, y con primera y segunda opción y por duplicado. Después, al entregarla, las empleadas del Iuna, ex-municipales, se fijan en un cuadernillo los horarios y entonces pueden retarte a gusto, 7 minutos por persona contados: “este horario lo copiaste mal”, “acá pusiste profesora German en vez de Berman”, “¿en estas dos solas te vas a anotar?”…
Feliz, feliz porque me daban los horarios y porque la cátedra la dicta Bernardo Cappa, un tipo que parece interesante, y que me encargué de buscar en Internet apenas llegué, ya mentalizándome en la cursada. Feliz, feliz me fui. Pero tuve que volver ooootro día a anotarme en las materias teóricas, otras tres horas. Y entonces, casi y no casi lloro, porque leo en un cartel que cambiaron la cátedra de Cappa del conveniente horario de 13 a 17: 30 a de 18 a 23, horario imposible para mí. Reclamé, pero marche preso, porque ni esa ni ninguna cátedra de dirección I abrieron a la tarde.
Solamente tres opciones: quemar todo, produciendo una bella performance neo-futurista; levantar a los estudiantes que se arrastran por las escaleras a lo largo de las colas de inscripción, fundar un nuevo partido estudiantil e intentar mejorar la institución; anotarme a una materia que puedo cursar, para no perder la regularidad, e inscribirme en un curso de maquillaje de época para canalizar mi libido teatral.
No sé si está bien o mal, -en realidad sí lo sé- pero elegí la tres y, además, me tramité la libreta, para tener descuento en el teatro otra vez.

sábado, 5 de abril de 2008

Militantes K: "Ponga huevos, ponga huevos presidenta"
Cristina Kirchner: "Compañeros, por favor, les voy a pedir que respeten el género"